Muchas veces al proponer ideas para mejorar, la gente las rechaza por lo tan conocido como “rechazo al cambio”. Hace unos días Javier Garzas publicó esto, donde intenta explicar este comportamiento, incluso desde un aspecto biológico, de cómo uno arma “conexiones” en el cerebro al hacer las cosas de una determinada forma por tanto tiempo, que prefiere no cambiarlas ya que implica un gran esfuerzo (desarmar esas conexiones para crear nuevas).
En estos días me pasó, realizando trabajo de consultoría, que cada propuesta que hacía para sugerir un cambio, un experimento controlado para buscar mejoras en el proceso de trabajo, casi que cada una era rechazada (“no podemos”, “acá no se dan las condiciones”, “depende de factores externos”, “no podemos sobrecargarnos con eso”, “no podemos/queremos asumir esa responsabilidad”, etc.). Entonces me rendí y dije “Ok, si ustedes consideran que están bien así, si están logrando los resultados que necesitan y que no hay nada más para mejorar, entonces es mejor continuar haciendo las cosas tal como las están haciendo”. Sentí una pausa en su mar de justificaciones y peros, y creo que ahí logré que comiencen a considerar y escuchar sugerencias. Fue una forma de rechazar su rechazo al cambio.
Me atrae mucho el arte de hacer este tipo de preguntas, o este tipo de observaciones (acepto sugerencias de dónde estudiar este tipo de estrategias).
Asociado a esto, le presto mucha atención a Gabriel Montero cuando damos cursos juntos, ya que siento que él es capaz muchas veces (en estos cursos, en charlas o similar) de no decir las conclusiones, sino que busca que los alumnos concluyan lo que uno quiere enseñar, a través de hacerles preguntas y de marcarles tal vez un poco el camino del razonamiento a seguir. Al hacer consultoría es un poco de lo mismo. He observado mayor efectividad para proponer cambios, cuando uno no es el que propone el cambio, sino cuando uno solo guía el razonamiento para que las sugerencias vengan del equipo.
Lo de guiar el razonamiento, funciona por eso; quien razona hace las conexiones mentales, y toma la idea como propia. Con esto la persona se siente involucrada, y motivada a llevarla adelante; en este caso es menos común que se resista e ignore el cambio. Es un tema psicológico. En cambio cuando se plantea una idea a otra persona, primero la tiene que entender, luego tiene que aceptarla como buena, como un cambio positivo a la situación actual, para luego sumarse y participar. El tema se plantea en libros de cambio organizacional, te recomiendo Transiciones Organizacionales – Administración del cambio de Richard Beckhard. Lo principal siempre es lograr masa crítica, o sea que las personas correctas impulsen el cambio, sino quienes lo resisten imposibilitan que se lleve a cabo.
Gracias Rodrigo!!!
Abrazo!
Generalmente las personas tienen bien delimitadas (muchas veces de manera inconsciente), su área de confort. Esto sucede tanto en la vida laboral como en la personal. Salir del área de confort requiere enfrentarse a lo desconocido, lo que a su vez genera o tiende a generar, desconfianzas y miedos. Sin embargo, cuando las personas se sienten lo suficientemente motivados y dan ese salto (a lo desconocido), amplían su visión y logran ver más allá, ampliando a su vez, su propia área de confort.
Gracias por el comentario Yenny!