He escuchado muchas veces decir que la transformación Agile implica un cambio de paradigma, pero ¿qué es un paradigma y por qué implica un cambio? No se trata solo de aplicar un conjunto de prácticas o ceremonias, se trata de cambiar la forma de ver el mundo.
Definición de paradigma: Modelo de trabajo o patrón compartido por una comunidad científica cuyos miembros están de acuerdo en qué es un problema legítimo y cuál es una solución legítima del problema, por lo que se comparten conceptos básicos, procedimientos, etc.
Creo que además de esa definición, se puede concebir como una forma de ver el mundo. Transitar una transformación a ágil significa un cambio de paradigma. Una vez que se comienza a ver de una forma, ya no tiene sentido verlo de la forma anterior. Agile pasa a ser la forma normalizada de ver las cosas.
Algo muy importante y que me llevó un tiempo entender, es que al hablar de metodologías ágiles cambia, entre otras cosas, el paradigma de estimación y planificación. En lugar de fijar alcance y estimar el tiempo y presupuesto, acá vamos a fijar tiempo y presupuesto, y vamos a estimar el alcance.
La siguiente imagen lo refleja bien claro, viendo qué es fijo y qué es flexible, dejando la pauta de qué es lo que uno típicamente “negocia” o define en base a prioridades y al negocio.
Esto también hace pensar en la relación entre costo, calidad y tiempo de entrega que queda bien reflejado en la siguiente imagen.
Al trabajar en una transformación ágil generalmente se proponen acciones concretas, que apuntan a la concientización y capacitación, y a la adopción de prácticas que pueden promover esta transformación. Lo importante es transmitir y que quede en todos claro que no solo se trata de cambiar las prácticas.
El agilismo tiene un manifesto, valores, pilares y principios, que los que están convencidos de sus beneficios, lo ven más importantes que las prácticas concretas. He visto muchas veces a la gente hablando de lo malo que es el agilismo, pero lo que he visto es que la mayoría de las veces es por no distinguir entre lo que son las prácticas y los valores, aplicar mal las prácticas sin estar convencido de las bases, y llegar a conclusiones erradas.