En estos días aprendí una lección de liderazgo, y creo que lo terminé de visualizar ayer cuando Alejandro me contó una historia relacionada a una de sus pasiones, que es el candombe. Hoy en Uruguay tenemos un espectáculo tradicional, una fiesta de música y baile, que son Las Llamadas. Durante todo el año las comparsas se preparan para el carnaval, pasan una prueba de admisión, y si llegan a estar entre las mejores entonces desfilan en este espectáculo.
La historia que me contó Ale era la siguiente:
Hace un tiempo, el jefe de una comparsa se enfermó justo cuando había que comenzar a prepararse para la admisión del concurso para Las Llamadas.
Esto se sintió como una crisis para el equipo. Todos confiaban en él para los aspectos más importantes que les podían permitir llegar a clasificar. Él era el que marcaba el paso, arengaba a que la cuerda no caiga, aseguraba el ritmo, cuidaba los tiempos, revisaba que todo estuviera en su lugar, que se hiciera candombe, un buen candombe. Todos estaban tranquilos que la comparsa iba al ritmo que tenía que ir, todos se apoyaban en él.
Dicen que las crisis se transforman en oportunidades. Ante su falta, cada uno de los del equipo puso lo máximo de sí para revertir la situación. Cada uno se preocupó más por el sonido, por la forma de caminar, entre los que tenían más experiencia armaron las melodías y arreglos, todos en conjunto y cada uno individualmente habían mejorado y estaban logrando un resultado muy bueno. Ya no había quien motivara, la motivación tenía que surgir del grupo
No solo cada uno del equipo mejoró sino que surgieron otros que se apropiaron de tareas, algunos de marcar el paso, otros de mantener el orden, otros de aprenderse el arreglo musical y ser los referentes en eso.
Antes de la fecha del concurso el jefe de la comparsa se recuperó y pudo volver a aportar su granito de arena, pero sumamente orgulloso de lo que su equipo había logrado, de lo que su equipo había crecido. La comparsa, para practicar el arreglo forma un círculo. El primer día que él volvió, se paró en el centro sin su tambor, y solo escuchó con una sonrisa que evidenciaba su emoción.
La moraleja que me queda de todo esto es que hay veces que para que un equipo crezca, el líder debe saber retirarse y dejar espacio, incluso sin dejar las cosas resueltas. Si hay compromiso y si hay motivación, el equipo va a encontrar la forma de salir adelante, y en ese camino todos van a tener más lugar a crecer.
Volví de un mes de vacaciones, donde había una tarea sumamente importante que si me hubiese quedado la hubiese liderado principalmente yo. Como no estuve y como hay compromiso y motivación, el equipo se puso al hombro la tarea y la sacaron adelante con excelentes resultados. Hoy lo que siento es que cada uno individualmente y todos como grupo, crecieron. Esto es de las cosas que más me llena de orgullo.
Me tengo que ir más de vacaciones.
Excelente post Fede, muy cierto lo que decís. En mi experiencia trabajando con distintos lideres todos muy distintos, llegue a la conclusion de que un lider no debe de hacer micro-management o estar constantemente encima de las personas, o tratar de hacer todo uno mismo. Un lider tiene que armar el mejor equipo segun las necesidades del negocio , confiar en ellos para que lo hagan y apoyarlos en lo que precisen, tomando decisiones de a donde ir y cuando. Para algo se contrató a la gente no?
Muy bueno el post y abrazo a Ale!
Totalmente de acuerdo! gracias por el comentario, abrazo Maxi!