Hay muchos modelos para mirar la realidad y para usar como herramientas para el desarrollo o testing. Los modelos, por definición, están esencialmente equivocados pues son representaciones de la misma, por lo tanto un mapa incompleto. A su vez, están sesgados por la interpretación de quiénes los desarrollan. Entonces, ¿son útiles los modelos de pruebas? (refiriéndome a todo tipo de modelos utilizados, desde una máquina de estados en particular, hasta el modelo que representa el proceso de pruebas de una organización).
Lo importante de los modelos es que sean funcionales. Siendo así, son indispensables y más allá de que sean más o menos completos o veraces, nos ayudan a moldear nuestra forma de trabajo e incluso nuestro comportamiento. Tal como explica este artículo, “el mapa no es el territorio”, haciendo referencia a que un modelo no es la realidad en sí, sino que es una abstracción de un objeto. El software, los requerimientos, los dominios de negocio, etc., pueden llegar a ser tan complejos, que es sano y conveniente utilizar modelos, conviviendo con la idea de que están errados, siempre y cuando los utilicemos con los cuidados pertinentes.
Es interesante pensar en que la forma en la que percibimos el mundo no es el mundo, no es el territorio, no es la realidad. La percepción que tenemos de un sistema, de los requerimientos, de los dominios de negocio, no son más que un mapa, que hablan de cómo nosotros lo entendemos, lo cual puede estar errado. Los modelos también nos ayudan a hacer representaciones abstractas para compartir, dialogar, discutir, contrastar y así mejorar estas percepciones, involucrando a los distintos interesados.
Una cosa que hay que tener presente es que los modelos pueden ser funcionales en un contexto y no en otro.
Esto surgió de una conversación con un colega, al comentarle que en el testing utilizamos muchos modelos, donde terminé leyendo sobre un filósofo polaco estudioso del PNL.